Una de las practicas exteriores de la Total Consagración
enseñada por San Luis Maria Grignion de Montfort es el uso de cadenas de hierro
(cf. TDV 236-242). Por mas que no sea una práctica obligatoria usar las
cadenas, San Luis exhorta que es “muy loable, muy glorioso y útil” que los
esclavos por amor usen desde que tengan permiso de su director espiritual. ¿Y
por qué nos es útil usar las cadenas de la santa esclavitud? Primeramente y
principalmente porque ellas nos hacen recordar nuestras promesas bautismales,
pues la Total Consagración a la Santísima Virgen es una perfecta renovación de
dichas promesas. Antes del Bautismo éramos esclavos del demonio, pues ya nacemos
con el pecado original, en el bautismo nos hacemos esclavos de Nuestro Señor
Jesucristo. Esas promesas que hicimos en el día de nuestro bautismo de
renunciar a Satanás, a sus pompas y sus obras y de consagrarnos al servicio de
Jesucristo, en el día de nuestra Total Consagración entregamos en manos de la
Santísima Virgen por esas palabras: “Yo,
infiel pecador, renuevo y ratifico hoy, en Vuestras manos, las promesas de mi
bautismo: renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y me
entrego enteramente a Jesucristo… Y para serle más fiel de lo que ahora he
sido, te escojo hoy María, por mi Madre y Señora.” Es como si tomásemos
nuestro bautismo y lo entregásemos en las manos virginales de María Santísima y
dijésemos “! Madre mía ayúdame a ser fiel a Dios! ¡Ayúdame a ser santo!” El
concilio de Sens llego a la conclusión que la principal causa de corrupción de
las costumbres provenga del olvido e ignorancia de las promesas bautismales. Las
cadenas nos hacen recordar que no somos mas esclavos del demonio, y si
pertenencia de Cristo. Infelizmente, nosotros, seres humanos, nos olvidamos
fácilmente de nuestras promesas para con Dios, por eso es útil que carguemos
alguna señal exterior, para que durante nuestro día a día al mirar las cadenas
nos recordemos de nuestra entrega Total a Jesús por María.
Otro motivo que nos presenta San Luis para usar las
cadenas, es para que mostremos que no nos avergonzamos de ser esclavos de
Jesucristo, y que renunciamos a la hedionda esclavitud del mundo, del pecado y
del demonio. Los judíos no se avergonzaban de usar un cordón en la cintura para
recordarse de todos los mandamientos del Señor (cf. Nm 15, 38). ¿Por qué nos
avergonzaríamos de usar las pequeñas corrientes que nos hacen recordar nuestras
promesas bautismales?
Cuando usamos cadenas también ganamos la oportunidad de
ser apóstoles de la Total Consagración, pues las personas terminan
preguntándonos el significado de traer al cuerpo tan despreciable objeto, y ahí
tenemos la oportunidad de hablar sobre a consagración. A veces también muchas
personas intentan burlarse y acusarnos a causa de las cadenas, principalmente
los protestantes que nos dicen frases como esta: “Tú estás atado! Jesús ya nos
liberó” y ese tipo de frases termina siendo profética, pues realmente estamos
atados, atados a Jesús y a María por vínculos de Amor! Y participamos de modo
especial de la paradoja de la verdadera libertad de la esclavitud por amor. Ya
no traemos más las cadenas de la esclavitud del demonio, del mundo y de la
carne, pero sí las cadenas gloriosas de la esclavitud voluntaria y por amor a
Jesús y María, y “tal vez en el día de la
resurrección de la carne, en el gran momento del juicio final, esas cadenas,
que todavía rodearán sus huesos, constituyan parte de su glória y sean transformadas
en gloriosas cadenas de luz” (TDV 237).
Otro motivo que tenemos para abrazar esa práctica
exterior es el ejemplo de los santos, a comenzar por el propio San Luis
Grignion que traía como penitencia una cadena enrollada por todo su cuerpo, sus
biógrafos dicen que el no podía ni siquiera hacer una reverencia profunda, pues
sus cadenas no lo permitían. Santo Odilon se consagró públicamente como esclavo
de la Santísima Virgen y pasando al cuello una cadena recito la siguiente
fórmula: “Oh benignísima Virgen y Madre
de mi Salvador, desde este día hasta mi muerte, cuídame como a tu esclavo”. El
Santo Cura de Ars incentivaba que los esclavos por amor mandasen bendecir las
corrientes y que las usasen. La beata Inés de Langeac cuando aún era niña
escuchó una voz que le dijo: “Hazte
esclava de la Santísima Virgen, y ella te protegerá de tus enemigos” En el
mismo día ella se consagró como esclava de la Virgen María y por señal de su
esclavitud, se puso al cuello cruzando sobre el pecho y ató a la cintura una
cadena de hierro, que conservó la vida entera. Esta cadena llegó a penetrar tan
profundo en su carne, que se hizo invisible. Le apareció un día la Santísima
Virgen y le puso al cuello una cadena de oro, en prueba de la alegría que le
había causado al hacerse esclava suya y de su Hijo.
Por último, una gran razón para abrazar esta práctica son
las promesas que traen en la misma bendición de las cadenas compuesta por M.
Boudon, probablemente la misma que usaba San Luis. En la oración de bendición
el sacerdote pide a Dios: 1º. Que aquel que traiga las cadenas sea liberado de
la esclavitud del mundo y del poder del diablo; 2º que las cadenas sean para
los que la usen una señal de presagio, para que los que lo odian, viendo las
cadenas queden confundidos; 3º que envíe un Ángel, para que cuide y favorezcan
todos sus caminos; 4º que sienta continuamente la ayuda de la divina
providencia todos los días de su vida y hasta en la hora de la muerte; 5º que
alcancen la virtud de la verdadera humildad y una renovada castidad; 6º que
sean libres de la corrupción de la carne, de los peligros de las tentaciones y
de las seducciones de este mundo; 7º que tengan una auténtica conformidad con
la santa voluntad de Dios; 8º que obtengan el espíritu de caridad y el don de la
paciencia; 9º que destruya sus pecados para que el remordimiento de su
consciencia no les haga daño; 10º que dejen de lado al hombre viejo con todos
sus modos de actuar y se vistan con el hombre nuevo; 11º que derrote todos los
enemigos; 12º y que por intercesión de la Virgen María, la gracia de Dios no
los abandone.
No dejemos que el demonio nos engañe con falsos pretextos
para no hacer uso de las cadenas de la Santa Esclavitud, pues como enseña San
Luis en relación a esa práctica de usar las cadenas, seria “pernicioso despreciarla
y condenarla, y peligroso hacer negligencia”. Por fin exclamemos como el santo
Montfort: “Oh cadenas mas preciosas y más gloriosas que los collares de oro y
de piedras preciosas de todos los emperadores, pues nos unen a Jesucristo y a
su Santa Madre, y representan para nosotros sus gloriosas marcas”
Hermano
Pio del Santísimo Misterio del Calvario.
“Quotidie morior”